miércoles, 15 de abril de 2020

Ni de ciencias, ni de letras, sino tercerculturalista


Charles P. Snow, científico y escritor inglés, tuvo un estrecho contacto en su tiempo (mediados del s. XX) con dos especies opuestas: los intelectuales de ciencias y los de letras. Snow pinta un panorama fuertemente polarizado, con dos comunidades que no entablan diálogo y que albergan estereotipos estúpidos sobre el de enfrente. Se muestra incluso derrotista: opina que tal desencuentro acarrea unas consecuencias penosas para la sociedad.

Snow apunta a una idea incipiente, la de la «tercera cultura»; supone que la colisión entre ambas «galaxias» (llama así a los dos bandos) tiene que producir posibilidades creativas y estima que la clave está en cambiar el sistema de enseñanza, que divide a los alumnos en estas dos clases a una edad demasiado temprana. Su prioridad no es, sin embargo, generar esa tercera cultura, sino favorecer la comunicación entre las dos existentes, y llega incluso a proponer la biología molecular como campo de interés común a ambos polos y como componente obligatorio de la cultura general. (Por cierto, Snow se da cuenta de que en realidad sí comparten un interés común: la música). Según Snow, a diferencia de la termodinámica, por ejemplo, la biología molecular no entraña dificultades conceptuales serias pero sí requiere de imaginación visual y tridimensional, por lo que los pintores y escultores se abrazarían a ella. Incluso aventuraba que probablemente esta rama de la ciencia cambiaría la imagen que el ser humano tenía de sí mismo más de lo que la cambió Darwin.

Más de tres décadas después de que Snow expusiera su visión en la célebre conferencia «The Two Cultures» de 1959, sus esperanzas no se habían materializado. Al menos en lo que respecta al ámbito de interés común, el científico y escritor estuvo lejos de acertar. No se ha establecido el diálogo añorado: los intelectuales de letras no se comunican con los de ciencias, como Snow quería, lo que ha ocurrido es que los de ciencias han logrado cautivar al gran público, diré más, han puesto sobre la mesa disputas que son asunto de toda la sociedad y no solo de unas élites. La tercera cultura está servida. En 1995, el agente literario estadounidense John Brockman observaba en su obra La tercera cultura que esta nueva esfera reúne a los científicos y pensadores empíricos que, a través de su obra y producción literaria, ocupan el lugar del intelectual clásico a la hora de poner de manifiesto el sentido más profundo de nuestra vida. Algunos de los temas científicos que se han popularizado son: la propia biología molecular,* la inteligencia artificial, la vida artificial, la teoría del caos, las redes neuronales, los fractales, la biodiversidad, la nanotecnología, el genoma humano, las biosferas espaciales y varios más. Físicos, evolucionistas, biólogos, informáticos, psicólogos, sociólogos, etólogos, antropólogos y otros profesionales conforman la lista de intelectuales de la nueva era.

* Eso sí, nos falta por ver, como me gustaría a mí, aminoácidos plasmados en lienzo, en plan Kandinsky.

Imagen «Brussels Atomium» de Ulrich Sander, obtenida a través de www.pixabay.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario