sábado, 29 de febrero de 2020

Las normas de Merton y la naturaleza de la ciencia


En los años 40 del s. XX, la sociología de la ciencia adquiere relevancia con Robert K. Merton, quien se ocupa más de estudiar a los científicos que al conocimiento científico en sí. Merton establece cuatro normas o valores que han de regir la SdlC, son las normas CUDEO:

- Comunitarismo: La ciencia debe ser un bien de dominio público, al alcance de todo el que tenga la capacidad intelectual y el deseo necesarios para conocerla. Se define así el «imperativo de la comunicación de los hallazgos», que choca con la concepción capitalista (sistema de patentes);
- Universalismo: Las propuestas de un científico deben juzgarse con independencia del lugar que este ocupe en el contexto social (raza, nacionalidad, etc.);
- Desinterés: (No confundir con altruismo). Las investigaciones no se deben juzgar por intereses particulares. No impide este principio que se busque el beneficio propio;
- Escepticismo organizado: Se suspende temporalmente el juicio sobre unos resultados hasta que no se hayan efectuado los correspondientes exámenes independientes.
- Originalidad o exigencia de novedad. (Este quinto criterio se añadió más tarde).

Personalmente, me parece que las cuatro primeras normas son imprescindibles para la ciencia porque su aplicación evita los sesgos o los reduce en la medida de lo posible. Es esto más que evidente en el caso del escepticismo organizado, es una tautología o casi: a mayor número de personas con conocimiento de causa que examinen un estudio, menor será la probabilidad de que estas compartan el sesgo y, por lo tanto, más fácil será descubrir los posibles errores. También es patente esta ventaja en los casos del universalismo y del desinterés: sus opuestos, el localismo y la investigación comisionada, ya introducirían sesgos por definición. Por último, el comunitarismo me parece otro buen filtro porque somete todo estudio al juicio de muchas personas, de un modo parecido al del escepticismo, pero tal vez de manera más informal. Los valores CUDEO, son pues, como el propio Merton postula, buenos en sí mismos y, en mi opinión, hasta que llegue un cambio de paradigma que lo ponga todo patas arriba, atemporales.

Diría que están vigentes en la ciencia actual. Un buen ejemplo del comunitarismo lo encontramos al saber que Feng Zhang, uno de los científicos que han contribuido al avance de la revolucionaria tecnología CRISPR-Cas9, distribuyó los reactivos que descubrió gratuitamente a 25.000 investigadores de todo el mundo. (Con prácticas así ganamos todos: la información compartida por unos sirve para que otros aporten la siguiente pieza del rompecabezas). En cuanto al desinterés, existe un sistema de patentes que afectan a los nuevos medicamentos −de algo tienen que vivir quienes los descubren−, pero que caducan pasados veinte años de su descubrimiento (no de su comercialización). Respecto al universalismo, cabe afirmar que muchos de los avances científicos se producen gracias a la acción de equipos interdisciplinares. El escepticismo organizado viene garantizado por el sistema de arbitraje por pares, que se realiza de forma anónima, y que en muchos casos se considera imprescindible no ya para publicar los resultados de un estudio, sino también para obtener financiación. Se ha puesto de moda decir que vivimos en una distopía por diversas razones, pero hoy a mí me toca hacer una provocación y aportar el contrapunto: es todo amor.

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